viernes, 18 de marzo de 2016

Aniversario de inicio de tratamiento

Hace 10 años tuve el valor de empezar mi tratamiento contra la Hepatitis C, es increíble como vuela el tiempo, y no siento que sea tanto tiempo, lo que me hace pensar en que será dentro de 10 años.
Afortunadamente después de 48 semanas el Pega-Interferon y la Ribavirina funcionaron, y aunque tiene tiempo que no voy a chequeo, me siento bien. Todavía me acuerdo de la semana posterior a mi primer inyección.

Me sentía con el cuerpo cortado, me dolía la cabeza, tenía nauseas, como si estuviera con una gripa terrible, para darme ánimos trataba de imaginar lo que habrá sido la vida en los campos de concentración como Auschwitz, de la gente enferma con la disentería, la malaria, el tifus y la tuberculosis, e incluso el tifus exantemático; la caquexia (el total agotamiento de las energías vitales como consecuencia de un debilitamiento general y la anemia), los edemas provocadas por el hambre, la sarna y las úlceras de noma (que carcomían la boca ahuecando las mandíbulas y perforando las mejillas como un cáncer); eso si era sufrimiento. Recuerdo que la primera inyección fue en lunes por la noche, y al día siguiente me levante a las 4 am a correr al Desierto de los Leones, me sentía raro, y no fue hasta después de comer que me empece a sentir pésimo. El miércoles y toda la semana fue igual, pero con todo y todo salía a correr en la mañana, aunque solo era una hora y medía a paso muy lento, sentía como si fuera muchísimo. Desde que me levantaba iba muy concentrado, tratando de controlar lo que sentía, como si fuera un faquir que se perfora el abdomen con un pica hielo y de alguna forma siento que me ayudo. Por momentos la idea de sentirme así por 48 semanas del tratamiento me invadía, sin embargo trataba de cambiar de idea.
Afortunadamente, después de dos semanas y media, me dejo de doler la cabeza y me empece a sentir mejor. Por cierto, debido al tratamiento no podía tomar ningún analgésico, así que no me quedaba de otra que aguantarme. Yo creo que los efectos secundarios disminuyeron debido a mi disciplina de correr y llevar mi alimentación y demás cuidados al extremo, ya que en todos los casos los efectos secundarios disminuyen muy poco y en mi caso casi desaparecieron. Lo que si, fue que perdí prácticamente toda mi condición en un par de semanas. Recuerdo como aunque corría muy lento, sentía como mi pulso iba muy acelerado y me constaba mucho correr, inclusive subir las escaleras a mi oficina. Creo que ese sentimiento de haber perdido mi condición de la noche a la mañana fue lo que mas me preocupaba. Como una inyección de 10 ml a la semana y 3 pastillas diarias podían afectar tanto mi condición. Por otra parte, tengo que aceptar que andaba de un humor de la patada y no quería ver a nadie. Afortunadamente Andrea estuvo a mi lado y me apoyo por unos meses, hasta que todo reventó por mi culpa y le tuve que pedir que se fuera, algo que todavía no comprendo que pude hacer. Esas 48 semanas me mantuve aislado como si fuera un monje tibetano, han sido las peores semanas de mi vida. Y aunque los análisis que me hacia cada 3 meses indicaban que el tratamiento si estaba funcionando, yo seguía sin ganas de ver a nadie. El único que me animaba, era mi perro Matías, que no se me despegaba en ningún momento. Eso fue increíble, y estoy seguro que más que salir a correr, fue lo que me saco adelante, como cuando estaba recostado el se acurrucaba a mi lado y empezaba a lamer mi brazo o mano. Gracias Mat, donde quiera que sea que estás.


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